Deseos y bienvenidas

Esta canción se la regalé hace algún tiempo a la Nube, cuando había tristezas rondando su alivio. No sé si logré disiparlas, pero era el más cercano conjuro que tenía para ofrecerle.  Hoy supe que Soy la Isla se recupera de una dolencia física, de esos malestares con los que el cuerpo nos sume obligatoriamente a un reposo no deseado, y que le ha nacido un nuevo retoño a la blogosfera cubana, Causas y azares, el nuevo hijo de Leticia Martínez. Con este parto el árbol de nuestros decires se vuelve más frondoso. Creo que son buenos motivos para regalar esta canción de un casi desconocido Augusto Blanca, compartida con Silvio Rodríguez.
El tercer deseo
Voy a irte a buscar allí,
al pedazo de noche en que
tropezaron de pronto,
tus ojos, mis ojos,
tan llenos de igual soledad… allí.

Voy a irte a buscar allí,
a tratar de retroceder,
transitar por el tiempo
y volverte a encontrar
en el mismo lugar que te vi… allí.

Voy a irte a buscar
al instante preciso
en que nuestros rumbos
se unieron en la multitud.

Voy a irte a buscar
al tumulto de pasos,
de rostros, de voces y luces
donde te perdí;
voy a volver, regresaré,
ve tú también.

Voy a irte a buscar allí,
a acampar para siempre en ti,
y esta vez no habrá fuerza posible
capaz de evitar este encuentro
que presentí.

Voy a irte a buscar allí,
hace un siglo te conocí,
y esta vez no te vas a esfumar
la marea te trajo por fin
hasta mi país.

Voy a irte a buscar
aunque en ello me juegue
mi tercer deseo,
mi última oportunidad.

Voy a irte a buscar
a través de las miles de vidas
que distan de ti
desde ayer a las diez;
voy a volver,
regresaré,
ve tú también
y espérame…
ayer…
allí…

(1985)

Hadas

Hay días en que una salgo a la calle con buen pie, definitivamente, aunque cuando abro lo ojos y  me levanto, sé en el segundo siguiente que voy a extrañar  el calor de las sábanas que acabo de dejar.  Hay días  en los que  estoy sentada en la oficina y el sol brilla afuera y centellea sobre alguna piedra en la calle y oigo el ruido de la ciudad a lo lejos y quisiera estar por ahí caminando despeinada con el airecito que sopla esta mañana. Hay días para sorprenderse, para alegrarse con esta canción que alguien compartió en fb y no imaginó el regalo que me estaba haciendo.

Yo también tengo un hada en mi casa
Sobre los canalones chorreantes
La encontré sobre un tejado
Con la cola del vestido ardiendo
Era por la mañana, se olía el café
Todo estaba cubierto de escarcha
Ella se escondió bajo un libro
Y la luna terminaba borracha

Yo también tengo un hada en mi casa
Y la cola de su vestido está quemada
Ella debe sabe que no puede
Que no podrá nunca jamás volar
Otras lo han intentado antes que ella
Antes que tú hubo otra
La encontré replegada bajo sus alas
Y creí que tenía frío

Yo también tengo un hada en mi casa
Desde mis estanterías mira hacia arriba
A la televisión pensando
Que fuera está la guerra
Lee periódicos diversos
Y se queda en casa
En la ventana, contando las horas
En la ventana, contando las horas

Yo también tengo un hada en mi casa
Y mientras come
Hace ruido con sus alas quemadas
Y sé que no está bien
Pero yo prefiero darle un beso
O sujetarla entre mis dedos
Yo también tengo un hada en mi casa
Que querría volar, pero no puede…

Esta canción no la conocía hasta este sábado en que supe que en el mundo habitaba Zaz…

La belleza

 

Enemigo de la guerra 
y su reverso, la medalla 
no propuse otra batalla 
que librar al corazón 
de ponerse cuerpo a tierra 
bajo el paso de una historia 
que iba a alzar hasta la gloria 
el poder de la razón 
y ahora que ya no hay trincheras 
el combate es la escalera 
y el que trepe a lo mas alto 
pondrá a salvo su cabeza 
Aunque se hunda en el asfalto 
la belleza… 

Míralos, como reptiles, 
al acecho de la presa, 
negociando en cada mesa 
ideologías de ocasión; 
siguen todos los raíles 
que conduzcan a la cumbre, 
locos por que nos deslumbre 
su parásita ambición. 
Antes iban de profetas 
y ahora el éxito es su meta; 
mercaderes, traficantes, 
más que náusea dan tristeza, 
no rozaron ni un instante 
la belleza… 

Y me hablaron de futuros 
fraternales, solidarios, 
donde todo lo falsario 
acabaría en el pilón. 
Y ahora que no quedan muros 
ya no somos tan iguales, 
tanto vendes, tanto vales, 
¡Viva la Revolución! 
Reivindico el espejismo 
de intentar ser uno mismo, 
ese viaje hacia la nada 
que consiste en la certeza 
de encontrar en tu mirada 
la belleza…

Luis Eduardo Aute

Nota: Esta canción me rondó todo el día, la tarareé a intervalos sospechosos por su frecuencia, con los ojos abiertos, con los ojos cerrados, con una opresión extraña dentro, con la fe infinita de que canciones como estás no pueden venir al mundo por gusto. Aquí se las dejo, un pedacito de belleza, de la necesaria, de la inatrapable, de la inextinguible.