De cuando Benedicto XVI estuvo en Cuba o la vida misma

Estuve en Santiago de Cuba viviendo in situ la visita de Benedicto XVI, el segundo Papa que visita este chispazo de tierra en el mar, y lo que vi allí, así como lo ocurrido en la Habana, más que la liturgia, que el colorido de las sotanas, que el rito, que la aglomeración, que si la Iglesia debe existir o no, me sorprendió el sentimiento dibujado en los rostros de las personas, los gestos de los cuerpos, los caminos que abrieron las manos. Pero yo no podría ponerlo en palabras, apenas alcanzo a vislumbrarlo. Por eso dejo que Cintio Vitier nos lo explique.

Lo que mejor nos identifica, nuestra más creadora identidad, no puede ser únicamente un catálogo de «logros», de realizaciones, de paradigmas. La identidad está más cerca de la utopía que de la consagración. La  identidad no es un hecho consumado.

Ese es el proyecto: una luz desconocida. Allí podemos estrenar todos los días una décima de El Cucalambé y un pensamiento de Sócrates, la intensidad reminiscente de una danza de Lecuona y … lo que gustéis, Las raíces, en lo oscuro. La flor, inesperada. El fruto, quién sabe hasta dónde. El tambor batá dialoga con la guitarra de mi hijo, y eso es  algo más que mestizaje, algo más que sincretismo, cajitas conceptuales cuyo contenido se está agotando: eso es identidad como espiral, como esperanza. Saquemos al país de ese teatro en que todos somos extranjeros, de la vergüenza del falso guateque, del museo en que hasta el goterón sobre la hojaza de la mañana ocupa una tarjeta.

Que no se pierda eso que Lezama llamó «lo maravilloso natural» donde sobrenada la cultura, el diálogo riente de los dioses y con ellos. No definir: iluminar. Y ser iluminados.

yo diría que nuestra identidad, religiosamente hablando, es de la loma, pero canta en el llano, y vuelve a la loma, y sólo se insinúa, es un secreto. Los secretos no se revelan, ni se entregan. Se defienden con la vida, porque son la vida misma.         

«La religión y la identidad cubana», de Cintio Vitier

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Josefina Martínez Otaño: “Vivir es eso, perder y ganar”

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Josefina Martínez Otaño no va a estar más entre nosotros. La noticia de su ausencia para siempre me llegó con demora pero no por ello la tristeza fue menor. Conversar con ella una tarde de febrero de 2008 ha sido uno de los regalos buenos que la vida me ha hecho. Sentadas delante de nuestras tazas de café en la sala de su casa, custodiadas por su perro dálmata, es la fotografía que de ese día atesoro para siempre en mi memoria.

Josefina tuvo una abuela a la que llamaban Nieve, la mantuana; una especie de Doña Bárbara caribeña, con fincas, caballos y pistola a la cintura. La nieta escritora no heredó la reciedumbre de carácter ni la fuerza de su antecesora, escogió para quedar en el recuerdo la dulzura, el gusto por contar historias de amor y la luz  de los que aprendieron a tiempo a vivir en paz consigo mismos y con los demás.

No era de las autoras radiales más prolíficas en su opinión pero cada relato suyo, cuento, teatro o novela, hizo un viaje directo desde el papel donde fue concebido hasta el corazón de quien lo escuchó. Esa fue su cualidad esencial, despertar la emoción, desentumecer los sentimientos, ofrecer la posibilidad de soñar.

Hábleme de sus primeros pasos en los medios…

Yo comencé a los 14 años en Pinar del Río porque yo soy de Minas de   Matahambre, un lugar que adoro. Empecé en la CMAB, lo que es ahora Radio Guamá. Comencé de recepcionista, discotecaria, de lleva y trae y de todo lo que había, cobrando muy poco. Después comencé a trabajar en un cuadro de comedia que había allí. Empezamos a hacer La Guantanamera con unos cantantes, los domingos hacíamos una cosa en vivo y así hasta el triunfo de la Revolución que vine para la Habana. Aquí empecé a tomar un curso de instructores de arte y en el examen final me pusieron como actriz en la Brigada Covarrubias que se estaba formando. Después pasé al grupo de teatro Rita Montaner. A Iris Dávila le protagonicé su primera obra de teatro, “El pie para el escándalo”, y le gustó mucho.

Entonces, cuando Iris pasa para el ICR, me llamó para que fuera con ella para allá. Empiezo allí como actriz. Luego en el 68 me fui para Santiago de Cuba por dos años como actriz y locutora en el incipiente Tele Rebelde. En el 70 regreso a  la Habana y salgo para Moscú por dos años. Allá estuve 10 años trabajando como locutora internacional, lo que me convirtió en la locutora que más tiempo ha estado trabajando fuera. Cuando regresé seguí laborando como locutora y actriz, aunque  más en la radio que en la televisión porque ya no tenía ganas de andar maquillándome tanto.

¿Cómo se inicia en la escritura radial?

A la escritura llego porque a los cuarenta y tantos años de mi vida me enamoré de alguien como una adolescente. Así fui redescubriendo el amor y lo que era estar enamorada, con susto en el pecho y todos esos trajines. Me casé y duró unos años. A mí la felicidad nunca me acompaña por mucho tiempo, yo creo que a casi nadie. Un día descubrí que ya no debíamos seguir y me quedé muy descentrada,  como muy perdida. Una mujer que en ese tiempo era mi amiga me dijo que cuando ella perdió a su esposo, le había hecho mucho bien escribir.

Un día me busqué una máquina de escribir viejísima, que me dio no sé quien en el ICRT, y puse una hoja. Todo el tiempo me preguntaba, cómo voy a escribir, qué escribo y de pronto empecé y  nadie me pudo detener hasta que la terminé.  Fue una novela que rompió en los ochenta y pico con el mensaje de aquella época. En ese tiempo la gente se casaba vestida de miliciana y esos trajines. Entonces, esa era una novela de puro amor, aunque estaba explícito e implícito el entorno. El caso es que enganchó. Un día me llaman y me dicen que estaban llegando cartas de toda Cuba, de todas partes llegaban cartas sobre la novela “La corona de mariposas”. Esa fue la primera que escribí, después vinieron cuentos y teatros. Yo he tenido mucha suerte como escritora. Si me pongo a ver no tengo esa cantidad de novelas escritas, pera cada una de ellas ha sido un éxito.  Sigue leyendo

Karla Suárez: “La escritura para mí ha sido un territorio donde yo estoy sola”

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Una de las tantas alegrías que trajo la última Feria Internacional del Libro fue la presencia en La Habana de la escritora Karla Suárez. Entre las cosas que hizo estuvo la presentación de su libro de cuentos Carrozas para actores en la UNEAC de la mano de la periodista, poeta y narradora Marilyn Bobes.  

Me moría de ganas de conocerla, de escucharla y llevarle para que me lo firmara el ejemplar que compré en la librería más hermosa que tiene la calle Obispo, y no hablo de La moderna poesía, sino de la Fayad Jamís; que como dice una amiga parece que es en divisa pero no. Ella sabrá por qué lo dice… y yo también. Pero no tuve oportunidad, porque a veces una se deja entretener y va perdiendo el rastro de las cosas verdaderamente importantes. Aún así conservo la esperanza de tropezar con ella cualquier día de estos, todas las calles y parques son propicios.

Mientras llega el día feliz les dejo una entrevista que me concedió recientemente vía Internet, que es de la manera en que los humanos burlamos los desencuentros geográficos, de usos horarios y hasta los del corazón:    

Siempre se piensa que conversar con un escritor al que se admira supone uno de los sueños más arduos de lograr. A veces porque los tiempos de vida no son los mismos -y la máquina del tiempo todavía no se inventa-; a veces porque la fatalidad geográfica e institucional impide que espacialmente autores y lectores coincidan o porque sé es esencialmente tímido y es preferible seguir admirando a los escritores en silencio, humildemente aunque los tengamos a menos de tres pasos.

Pero si un sueño de este tipo yo tenía era conocer a la escritora cubana Karla Suárez desde el instante en que leí el primer cuento de su libro Espuma. Con el tiempo Karla Suárez escribió nuevos libros, ganó importantes premios, vivió en Roma, en París, se mudó a Portugal; siguió dando clases de informática, ha sido jurado de numerosos concursos y se hizo un sitio web en Internet.  Gracias a esto último conversar con ella no siguió siendo un deseo postergado. Tras el primer intento y un corto cuestionario las respuestas regresaron a vuelta de correo electrónico.

¿En estos momentos cómo se encuentra la acogida de literatura cubana en Europa, sigue constituyendo una moda o ha encontrado otra manera de hacerse visible?

Creo que la moda de hace algunos años ya pasó, como suele suceder con todas las modas. Además, en general, Europa no está en un buen momento, hay una gran crisis y ya sabemos que, desgraciadamente, en las crisis lo primero que se resiente es la cultura. Salvan a los bancos, nunca a los libros.

¿Ha corrido el riesgo de ser encasillada y de caer en la trampa de escribir “lo interesante” en un momento en que ser mujer, escribir y tener menos de cuarenta años constituían cartas credenciales oportunas?

Ser encasillada, seguro, siempre alguien te encasilla, hay una enorme manía de clasificarlo todo como productos de supermercado. En cuanto a caer en la trampa de escribir “lo interesante”, pues mira, ojalá y de vez en cuando alguien me dijera qué es “lo interesante” (me río). La verdad es que desde que empecé a escribir, siendo una niña, la escritura para mí ha sido un territorio donde yo estoy sola, rodeada de personajes de ficción, viviendo vidas paralelas, lejos de todo ser viviente que no se parezca a un gato o a una planta. Es mi medicina y mi espacio de absoluta libertad. Y por supuesto que me encanta si a alguien le parece interesante lo que escribo, pero no escribo para que resulte interesante, porque cuando escribo soy el ser más egoísta del mundo, sólo existimos mi ficción y yo. Eso es lo que me divierte y me apasiona.    Sigue leyendo

Cuando eres Robinson Crusoe por un día

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Los pilluelos”, cuadro de la artista cubana Juana Borrero (1896).

El día que conocí Armandito era viernes. Tenía un largo viaje ante mí y mucha incertidumbre, aburrimiento. Todo ello compartiéndolo con el vacío del asiento contiguo, hasta que apareció él con su humanidad de cinco años.

Al verlo, lo primero que hubo fue sospecha. El mecanismo de defensa más útil que conozco. Siempre desconfío de mi posible éxito con enanos que no llegan a un decente metro y cincuenta. Y este tendría que empinarse mucho antes de alcanzar una estatura de confianza.

Después, para mi desconcierto me sentí como Robinson Crusoe a quién le había tocado un Viernes en suerte. Me iba a rescatar de la desidia y la locura. Nunca al revés como han pretendido hacer creer algunos con manías colonizadoras, aun en pleno siglo XXI.

Armandito llegó en pleno ataque de rabia por un ipod que se negaban a darle. El ómnibus tenía disponibles tres asientos. Su tía y su mami, de seguro ocuparían dos, pues a los grandes les toca llevar sobre sus regazos a los más pequeños, pero en mi historia ellas escogieron los asientos más convenientes y Armandito sustituyó mi mochila en el asiento 41 de un elefante azul, es decir, de una guagua marca Yutong.   Sigue leyendo

El mundo conocido, cercano, íntimo de cada cual está en peligro

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El árbol de la vida de la Sala Che Guevara de Casa de las Américas de la Habana, testigo de tantos alumbramientos de hermandad, de poesía, de resistencias, este 14 de marzo volvió a abrigar un nuevo parto: la presentación del libro Fidel Castro con los intelectuales. Nuestro deber es luchar.   

Lo presentaron al mundo Roberto Fernández Retamar, presidente de Casa, Osvaldo Martínez, Director del Centro de estudios de la Economía Mundial y Gisela Alonso, Presidenta de la Asociación Ambiental de Cuba.

Al mismo tiempo algo similar estaba ocurriendo en Washington, Ciudad de México, Caracas, San Juan, Kingston, La Paz, Madrid y Berlín. Todo aquel que quisiera presenciar este llamado de atención al mundo sobre su propio futuro podía acceder a cualquiera de estas presentaciones por los canales de cada una de ellas en Justin.TV,  a través de Internet.

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Las páginas de libro descubren una de las mayores angustias de Fidel Castro, el destino humano. Y la cita de la Habana, el pasado 10 de febrero con 69 intelectuales del mundo invitados a la Feria Internacional del Libro de Cuba, fue el momento exacto para convocarlos a trabajar urgentemente para garantizar la sobrevivencia del hombre.

Porque como mismo él confesó ese día de diálogo impostergable “si uno supiera que el mundo va a durar 10 años, está en el deber de luchar para hacer algo en esos 10 años”.

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Ayer fue 14 de marzo, día de la prensa cubana. Yo estaba en medio de aquella sala abarrotada de gente, como periodista, cerca del Árbol de la vida, mirando a cada momento el cuadro donde se podía leer la palabra Nosotros, del pintor cubano Raúl Martínez, que adorna la sala y que al final se me terminó convirtiendo en un llamado insoslayable como un letrero lumínico. Los nosotros presentes allí, teníamos que hacer, tareas urgentes que realizar desde cada una de nuestras pequeñas atalayas. Nos volvían a avisar. El mundo  conocido, cercano, íntimo de cada cual está en peligro, sino por qué la inexistencia del invierno, de la lluvia, de lo verde. Por qué los drones sustituyen a los pájaros del cielo, por qué canjeamos bombas y no regalamos la alegría.  

 

 

 

Una mujer como yo, por ejemplo.

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Una mujer como yo, por ejemplo.

Una mujer
no merece
su tiempo
para dedicarse
a las cosas que le interesan.

Porque…
¿Es que las cosas que le interesan a una mujer
no son interesantes?
O que…
¿Una mujer no demuestra el suficiente interés
en lo que le interesa como para que a los demás
le resulte interesante y le den su tiempo?
O es que…
¿Lo interesante que ella haga es lo que al otro no le resulta interesante hacer?

Todas estas preguntas
se las hace una mujer…
Una mujer como yo, por ejemplo
cuando tiene un tiempo breve
para hacer algo que le interesa.

Y mientras transcurre su tiempo
se pregunta
¿Era esto lo que quería hacer?
¿Preguntarme acerca de estos temas?
¿Desperdiciar esta hora que me han permitido tener
en pensar en esto que ni siquiera sé si es en lo que quiero pensar?
¿En realidad merece una mujer
ese tiempo para hacer lo que ella quiere hacer
si en realidad ella no sabe lo que quiere hacer?
¿Ella merece tiempo para creer
que quiere hacer algo?
¿Tiene sentido seguir pensando en esto?
No importa,
ese tiempo perdido es ser una mujer.
Una mujer como yo,
por ejemplo.

Así es y así debe y no debe ser.

Cuando una ser humano mujer se piensa
piensa
si realmente es un ser humano o no.
Una mujer cree que es tan lista
que por eso no sabe lo que quiere.
Una mujer cree que tiene que ser tan lista
que los demás se tienen que convencer de que es una estúpida
porque en el fondo cree que cuanto mas dejada de lado sea
mas libre y feliz será,
en el lado de la vida dejado de lado por la productividad.
El fabuloso lado donde se haya todo lo ingobernable,
todo lo inaprensible,
como la vida y la muerte,
el tiempo, el amor, lo misterioso,
la belleza, lo intuitivo,
el universo (con todo lo contenido en él),
lo simple, lo sin importancia…
entre otras “cosas”.

O algo así… Creo.
Bueno…es muy difícil terminar un poema
y darle un sentido determinado.
Pero venía bien ¿No?
Una mujer es alguien como yo, por ejemplo.

Este es un poema de Fernanda Laguna, a quien encontré mientras leí a otra poeta entrañable para mí, Nara Mansur, por su traducción de lo cotidiano, por su alquimia. Entonces me traje a Fernanda, un feliz hallazgo, la doble voz que todas las mujeres solemos tener cuando miramos sin mirar una nube o a la desconocida del espejo. 

Ernesto García Peña es otra criatura entrañable, por sus trazos, por los seres que crea en cada lienzo, por su magia traslúcida. 

Por eso los uno, los traigo, hago mi declaración en voz alta por mi mujer, por las mujeres que antes de mí han sido, las que son y las que vendrán fulgurando por los caminos.

 

La vida según Galeano: «Mujeres» (II Parte)

Esta es la segunda parte del capítulo Mujeres con el que inicia la serie «La vida según Galeano» del canal Encuentro.
Es un sueño viejo que se ve cumplido hoy. Compartir estas palabras, reconocer en ellas un ensayo otro de la ceguera con que históricamente muchos hombres se han relacionado con las mujeres de sus tiempos.
En este capítulo Galeano pone ante nosotros las vidas de Teresa, Juana de Arco, Olimpia, mujeres todas irreverentes, transgresoras de los cánones patriarcales y víctimas de su poder en sociedades donde éstos eran inamovibles aunque quisieran demostrar lo contrario.
!Qué lo disfruten!

La vida según Galeano: «Mujeres» ( I Parte)

Canal Encuentro de Argentina nos ha regalado a todos los que amamos fervorosamente a Eduardo Galeano la serie «La vida según Galeano». Son trece capítulos en los que el escritor uruguayo nos cuenta a su forma y manera Latinoamérica y el mundo.
Nos cuenta sus asombros y los nuestros traducidos por él, a partir de seleccionar los textos más destacados de su obra. Hace un recorrido particularísimo por la historia, el género humano, el arte, las pasiones, los dolores, las pérdidas que se va entrelazando con imágenes y documentos que ilustran el testimonio de uno de los más atentos observadores de nuestros tiempos. El hilo conductor es la palabra, esa con la que el defiende el derecho de todos nosotros a existir.
Acá les regalo un fragmento del primer capítulo: Mujeres. No podía ser de otra manera.
Buen provecho!!!

El diablo, mientras, se muere de risa; si antes no se muere de rabia.

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Este artículo fue escrito por David Brooks y publicado en La Jornada. Le cambié el título bajo el que lo publicaron en Cubasí: David Brooks: Mujeres, sexo y elecciones porque me parece una mezcla desleal para poner en evidencia cuánto desprecio sienten algunos sectores políticos, con predominio masculino, por los derechos humanos de las mujeres, al punto de intentar suprimirles sus derechos a la salud sexual y a elegir el mejor momento de ser madres.

Me sabía demasiado a Mónica Lewinsky. Y aquí no estamos buscando enredos de alcoba.

A veces es casi increíble que lo ofrecido en el espectáculo político-electoral aquí no sea una parodia. ¿De verdad los aspirantes conservadores a la presidencia creen que Dios ordenó que a las mujeres no les sea permitido el acceso a la contracepción porque eso lleva al sexo irresponsable que, como todos saben, es trampa puesta por el diablo, y que esto amenaza a Estados Unidos?

Pues según lo que los precandidatos presidenciales republicanos y sus aliados en las legislaturas estatales y hasta en la federal han expresado durante las últimas semanas, parece que el tema fundamental para esta nación es el sexo. La contracepción y, peor aún, el derecho al aborto, son presentados como algo que vuelve prostitutas a las mujeres: algo que los hombres tienen que controlar en el nombre de Dios.

De pronto, los republicanos, que abogan por reducir la intromisión del gobierno en los asuntos de los individuos, desean –cuando se trata de las mujeres– imponer regulaciones y obligaciones que, según ellos, son provenientes de Dios.

Si quisiera tener al gobierno en mi matriz, me cogería a un senador, se leía en la pancarta de Judy McIntyre, senadora estatal demócrata por Oklahoma, furiosa porque los republicanos en su legislatura estatal habían impulsado un proyecto de ley que busca definir a los fetos como personas.

Durante semanas, los precandidatos y legisladores conservadores han competido por ver quién es el más fundamentalista en torno a los derechos reproductivos de las mujeres (lo mismo por quién es el más antimigrante, antisindical, antigay). No sólo se han enfocado en quién es el más antiaborto, sino quién es el genuino defensor de la idea religiosa ultraconservadora sobre los contraceptivos. Insisten en que no se trata de algo contra la mujer, sino de libertad religiosa.

El jueves pasado, el Senado de Estados Unidos derrotó por un margen muy cerrado (51 contra 48) una enmienda promovida por el republicano Roy Blunt que habría permitido a los patrones negar beneficios de seguro de salud que cubran control natal a sus empleadas si lo hacían por una oposición moral a la contracepción.

Los republicanos han acusado a los demócratas de amenazar la libertad de religión, mientras los demócratas acusan a los republicanos de amenazar los derechos de las mujeres. Las iglesias, sobre todo la católica, han nutrido el debate, que se intensificó en torno a la reforma de salud de Obama, que incluye el pago de contraceptivos para mujeres.

Este ataque conservador es tanto a nivel federal como estatal. La semana pasada, en Virginia, legisladores estatales aprobaron una medida que estipula que a una mujer se le debe ofrecer una imagen de ultrasonido del feto antes de practicarle un aborto. No sólo eso, sino que la cámara baja de ese estado aprobó un proyecto que otorga el derecho a las personas –incluido un padre– de presentar demandas legales contra una mujer por la muerte de un feto. Hay iniciativas parecidas en varios estados más, reportó el columnista político Dana Milbank en el Washington Post, y preguntó: ¿cuándo pararán los republicanos su monólogo de la vagina?

Este monólogo llegó a nuevas alturas el pasado miércoles, cuando el muy influyente locutor de radio ultraconservador Rus Limbaugh afirmó en su programa nacional que Sandra Fluke, estudiante de leyes invitada por legisladores federales demócratas a presentar su posición a favor del control natal en una audiencia, era una puta. Argumentó que ella, al defender el principio de que entre los beneficios de su seguro de salud, deben incluirse contraceptivos, se convierte en prostituta. Quiere que se le pague por tener sexo. Los legisladores republicanos, en control de la cámara baja federal, no permitieron que Fluke se presentara y sólo quedaron hombres en el panel de expertos sobre el tema.

El viernes, el presidente Barack Obama se comunicó con Fluke para expresarle su solidaridad y agradecerle el apoyo a sus iniciativas de salud. Ella ha comentado a los medios que percibe los comentarios de Limbaugh y de otros como él como un asalto contra los derechos de la mujer, y como un intento para callarme y callar a toda mujer.

Para la senadora federal demócrata Barbara Mikulski, el ataque republicano a la salud reproductiva forma parte de un ataque sistemático contra las mujeres.

Algunos republicanos están preocupados por el impacto político de todo esto. Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York y ex precandidato presidencial republicano, comentó: “hace que el partido no se vea como un partido moderno… que no entiende el mundo moderno en que vivimos”. Jeb Bush, hermano del ex presidente, afirmó: yo era conservador, pero aclaró que ya no se identifica con la manera en que su partido enfoca estas posiciones.

Parte de la razón por la cual los precandidatos y otros políticos republicanos, incluidos algunos que ni comparten estas posiciones en privado, atacan temas como la contracepción es que la base del Partido Republicano ha cambiado.
Ryan Lizza, de The New Yorker, explica que en los últimos 10 años los republicanos autoproclamados conservadores se han incrementado de 62 a 71 por ciento en las filas de ese partido; los que se consideran moderados se han reducido de 31 a 23 por ciento, y los que dicen ser liberales son casi inexistentes.

Oponerse a regulaciones gubernamentales que prevén pagar la contracepción (y por supuesto el aborto), según estos republicanos, es seguir los mandamientos de Dios. Como resumió el gran satírico Stephen Colbert en su programa Colbert Report, como según la fe cristiana la transmisión de la vida es un acto sagrado entre una pareja casada, en el que Dios participa al otorgar alma al ser que se está creando, los republicanos alegan que el presidente y los demócratas desean obstaculizar el pene del todopoderoso.

El diablo, mientras, se muere de risa.

The Help, la película que vi.

Los Oscar ya fueron, y aun persiste su estela.
Muchos nunca creyeron en la relevancia de las películas nominadas. Acusaron demasiada nostalgia por tiempos pasados, demasiado interés por contar historias correctas, sin riesgos y sin consecuencias que no dejen dormir por las noches.
Se sumó a la desconfianza, justificada por demás, los resultados del estudio realizado por Los Angeles Time, el cual demostró que de los 5 mil 765 integrantes de la Academia que deciden quién se lleva el Oscar, casi el 94% son blancos, de ellos el 77% son hombres y la edad promedio de los votantes es de 62 años.
Pero a mí nunca me han importado mucho los Oscar, ni otros premios, me importan las películas. Lo que me dicen o no me dicen. Lo que me mueven dentro. El sueño que aniquilan o la luz que dejan entrever entre escena y escena.
Así me sucedió con “The Help” o “Criadas y señoras” o “Historias Cruzadas”; en dependencia de la zona horaria, geográfica y hasta emocional en que hayas accedido a esta cinta.
Algunos sectores de la población negra de Estados Unidos no han estado muy conformes con la película por el papel “estereotipado” de las criadas que se personifican, ni porque la feliz idea de escribir un libro haya venido de manos de una “blanca” para su propio provecho. Por otro lado, una parte de la población blanca no ha estado muy feliz por la vuelta a las pantallas grandes de un fenómeno que tienen todos los días frente a sus narices, que persiste y cobra nuevas formas de expresión aunque quieran negarlo.
A mí me valió la historia de colaboración y de alianza entre las mujeres –sin importar sus razas o sus posiciones en la escala social- en ese Jakson infernal de la década de los sesenta del siglo XX. Porque es otra muestra de las reacciones de las mujeres contra el patriarcado que las segrega, las invisibiliza, las discrimina, las silencia.
The Help, con todos sus defectos, sus ambigüedades, sus lugares comunes, me cuenta la lucha de las mujeres contra el silencio. Su capacidad de crear finas redes, a veces vulnerables, para tejer entre todas la resistencia.
Por eso me ha gustado la historia de la escritura de un libro con las vivencias de las domésticas de Mississippi, de un pequeño territorio, como camino para descubrir y describir diversas estrategias patriarcales configuradoras de una conspiración del silencio, en una época en que se estaba gestando el movimiento por los derechos civiles de los negros en los Estados Unidos, con Martin Luther King como abanderado.
“Nadie me había preguntado que se sentía ser yo” dice casi al final de la película Aibileen Clark, una de las protagonistas. El proceso escritural les permitió nombrar una experiencia donde pesaba tremendamente el color de la piel y el género. El yo íntimo de cada una de las que participaron en este proyecto fue puesto en evidencia, dejó de ser una entelequia, un algo inexistente. A través de las palabras cada una nombró su dolor, sus temores y sus pequeñas alegrías y por lo tanto tomaron la voz que les correspondía, el espacio vedado por décadas de discriminación racial y de género.
Al mismo tiempo esta película pone en evidencia algo que muchas veces a las mujeres nos cuesta asimilar; y es que dentro de nuestras sociedades, patriarcales por excelencia, también tenemos que lidiar con otras féminas que se encargan de vigilar que los patrones sexistas, discriminatorios y diferenciadores se mantengan y se reproduzcan.
En la cinta es el personaje de Hilly, quien principalmente se encarga de esta tarea. Todo el tiempo se ocupa de estar observando, vigilando, los comportamientos de género de las otras personas. Se erige en la propia carcelera de las demás mujeres de su entorno con métodos lamentables. Asume con suma complacencia el papel de policía de género, al decir de Marcela Lagarde. Y de paso ayuda a hacer más efectivas las maniobras de un patriarcado por establecer reglas inamovibles.
La escritura frente a la dominación. La escritura como método de solidaridad, de potenciación de los propios recursos, de arma contra todo aquello que disminuye, subyuga, discrimina. La fortaleza de la palabra de la mujer contra un destino que no escogió, contra los barrotes de una jaula que a cada momento se cierra más sobre ella.
Esta fue la cinta que vi.
Coincidentemente este año el movimiento feminista cubano celebra su centenario y es un momento en que los debate de género se han revitalizado en el país, sin que se piense por ello que la palabra de la mujer cubana hoy encuentra siempre los espacios más propicios para germinar.
Ficha técnica:
Dirección: Tate Taylor
Guión: Tate Taylor basado en el bestseller de Kathrin Stockett
Reparto:
• Emma Stone como Eugenia «Skeeter» Phelan.
• Viola Davis como Aibileen Clark.
• Bryce Dallas Howard como Hilly Hoolbrook.
• Octavia Spencer como Minny Jackson. (ganadora del Oscar a mejor actriz de reparto)
• Jessica Chastain como Celia Foote.
• Allison Janney como Charlotte Phelan