Nenúfar al borde del silencio

En cualquier lugar puede suceder el milagro, ya lo sabemos. Por eso ayer, estando sentada en un banco del jardín de la Quinta de los Molinos, me brotó este poema. Ya sabía yo que cualquier cosa puede hablarnos en su lengua muda y  subterránea, pero igual siempre me sorprendo.

Nenúfar al borde del silencio

El nenúfar no mira otra cosa

que su reflejo

en las aguas lentas del estanque.

Debajo de él

la piedra y el pez,

los pasos turbulentos

de los hombres, 

distraídos,

admiradores efímeros de la flor.

Todos vienen a preguntar

el nombre del árbol bomba,

intriga su carga de frutos

redondos, oscuros,

la exhuberancia tardía y lejana

de sus flores.

Nadie mira más de tres veces

al nenúfar, 

habita solo en el paso de sus días breves.

No lo doblegan

el ruido de la ciudad,

sus animales,

las leyendas tejidas

sobre sus pétalos.

El estanque no va hacia ninguna parte.

Sheyla Valladares

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