Blanca Haddad y su manera de exorcizar la violencia

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En su obra ocupan lugares predominantes las imágenes y los poemas, los cuales fusionados se convierten en textos que hablan de la cotidianidad, lo social, la religión, los elementos sagrados, la relevancia de lo urbano-marginal dentro de la vida contemporánea, todo ello como parte del proceso de apropiación y reconversión desarrollada por el sujeto en su relación con la realidad circundante.

Esta creadora que destaca dentro del universo creativo venezolano por la fuerza y expresividad en el dominio de la pintura y la palabra trae trae a la Oncena Bienal de la Habana la propuesta Tropipunk, talismanes marginales, o como también se le conoce, Nada es eterno; una pintura mural de grandes dimensiones que realizará a la vista de los espectadores en la Casa del Alba el 12 de mayo a partir de las tres de la tarde, acompañada por la música de Leo Cayuela. Al mismo tiempo la artista se apropiará de otros recursos artísticos como el performance para hacer su particular invitación a repensar lo cotidiano, sobre todo la  “legitimación” de conductas excluyentes y discriminatorias.

Sobre su trabajo la especialista María Luz Cárdenas ha dicho: “es denso, intenso, intimidante. En esta artista interesa especialmente su forma de recoger el universo de imágenes que brotan del ejercicio y los abusos del poder dentro de la tensión femenino-masculino”.

Blanca Haddad ha conversado con Criatura de Isla en exclusiva sobre su participación en la XI Bienal de la Habana.

¿Qué características tiene el trabajo que compartirá con los cubanos en esta Oncena Bienal de la Habana?

Mi trabajo es entre el performance y la pintura, es como una transición, yo lo llamo acción pictórica. Es un trabajo muy punk, muy underground, muy marginal y  tiene que ver con las dinámicas de la violencia, particularmente, con el machismo y la representación de la masculinidad.  Voy a encarnar diferentes roles, como el rol de un prisionero, de un soldado, de un líder político, y a través de ese personaje, que yo me he inventado, voy a analizar la imagen que de ellos nos hacemos.

La Bienal como laboratorio de ideas, conceptos, visiones del arte y de la vida.

Creo que la discusión en la Bienal es importantísima, se puede hablar, se puede discutir de una manera que no es narrativa porque la violencia es mucho más caótica, las dinámicas son mucho más complejas. En mi caso es desde una manera más visual. Se puede reflexionar sobre el por qué ocurren estos mecanismos violentos, por qué el poder se torna tan salvaje, tan egocéntrico. Entonces me parece que la Bienal da espacio para esas reflexiones, que son bastantes arriesgadas y ojalá, de verdad arranquen y vuelen alto.

Su exploración desde lo femenino del posible juego entre masculinidad y poder viene a enmarcarse en la celebración este año del centenario del movimiento feminista cubano.  

Más feminista que mi trabajo creo que va a haber poco en la Bienal. Además es un feminismo activo en el sentido que también me cuestiono a mí misma. Busco cómo la mujer ve al hombre, cómo lo entendemos y también la responsabilidad que le damos para que luche por nosotras, para que asuma y después nos quejamos. Por eso es que yo misma me disfrazo de hombre y juego a serlo para ver lo que pasa, para tratar de entenderlo. Es muy lúdico, muy juguetón, el trabajo mío.