Descubre dónde empieza el mundo

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Yunier Riquenes, autor también de los libros «Claustrofobias», «La edad de las ataduras», «Quién cuidará los perros», «La espalda marcada», entre otros.

Cuando buscamos apresurar el cumplimiento de los deseos cualquier vehículo o sustancia catalizadora es útil, sobre todo a la edad en que el mundo delante de nuestros ojos es infinito y promete toda suerte de eventos extraordinarios. Es lo que sucede en el libro Los cuernos de la luna del escritor Yunier Riquenes, donde dos niños le piden a la luna hacerles realidad los más secretos anhelos, con el afán que desde su altura pueda poner alivio a sus pesares o hacer del día un recuerdo feliz.

Y en esta sola creencia de los dos adolescentes, Cotu y Tingo, descansa una de las singularidades del texto, o lo que es lo mismo, el tratamiento coherente de vivencias desoladoras como la pérdida o el abandono de los padres, junto a la narración de acontecimientos venturosos como un baño en el río o el descubrimiento del cuerpo desnudo de una mujer.

Pero Los cuernos de la luna propone también otros recorridos. Las vivencias de los protagonistas funcionan como señalizaciones para adentrarnos en el entorno rural muchas veces alejado de los libros escritos para los públicos infantiles o juveniles. En este caso aparece un pedazo de campo cubano personalizado desde el lenguaje, la flora y la fauna, las labores campesinas, las creencias y costumbres que abundan entre quienes viven en estas zonas, aunque no sean privativas de estas poblaciones.

También Riquenes se apropia de este escenario desde los juegos, los comportamientos sociales —tanto de la adolescencia como de los adultos— la rudeza de los afectos de la gente vieja del campo que, muchas veces desdeña una caricia pero quieren con intensidad desde la mirada y regalan un gesto único de cariño que resulta decisivo como ocurre con el abuelo Nure.

La familia es aquí otro punto esencial. Su presentación no es placentera, los lazos filiales no garantizan que se ceda fácilmente ante el amor, siquiera que se ame, y eso es algo con lo que Tingo y Cotu deben aprender a vivir y anteponer la ternura que va naciendo entre ellos.

A pesar de lo que pudiera pensarse en este volumen también aparecen guiños de complicidad a una edad en que empezamos a retar a la vida, a poner en evidencia nuestra medida de valentía o solemos ser crueles con satisfacción.

Los cuernos de la luna es un libro reeditado, algo que no ocurre en nuestro país con frecuencia. Su autor Yunier Riquenes, lo dio a conocer en el año 2006 cuando fue publicado por la Editorial Bayamo en su colección Guardarraya. Seis años después la editorial Gente Nueva lo incluyó en su colección Veintiuno para fortuna de quienes no alcanzamos a leerlo en la primera oportunidad.

De cualquier manera quiero creer que Yunier Riquenes, tal como se lo propuso el escritor Maurice Sendak, al escribir esta noveleta juvenil intentó hacernos comprender, sobre todo a sus lectores adolescentes,  que en el mundo existen cosas malas, también “gente a su alrededor que los ama y los va a proteger, pero que no pueden detener las cosas malas”.

Aunque cueste llegar a este convencimiento, el camino está delante nuestro para seguir ensayando la proeza de caminar. Se permiten los aliados, la luna de Yunier Riquenes puede ser uno de ellos.

Publicado originalmente en la revista cubana La Jiribilla

Yunier Riquenes: “La escritura me domina”

Yunier Riquenes, joven escritor santiaguero

Yunier Riquenes, joven escritor santiaguero

Yunier Riquenes es un joven escritor. Desde Santiago de Cuba ha lanzado al mundo sus historias, sus personajes y su poesía sin creer mucho en el fatalismo geográfico que podría significar producir alejado del circuito capitalino donde se ubican las más importantes editoriales.

Todavía no cumple los treinta años, pero este detalle no ha sido óbice para que asuma el hecho de escribir con toda su carga de horror y belleza.  Suyos son los libros de cuentos, La llama en la boca, Quién cuidará los perros, Lo que me ha dado la noche; las novelas, Los cuernos de la luna y La edad de las ataduras y el volumen de poesías Claustrofobias.

Más allá de los premios que sus libros han recibido Yunier Riquenes se concentra en robarle cualquier pedacito al tiempo para leer o escribir, dos acciones que en él se difuminan y complementan, que le son vitales, casi como respirar.

Por varios años fuiste uno de los especialistas más destacados del Centro de Promoción Literaria José Soler Puig. En estos momentos asumes la dirección de Ediciones Caserón de la UNEAC en Santiago de Cuba, ¿cómo es tu labor en este sentido? ¿Qué cuota de riesgo y curiosidad es recomendable asumir en este tipo de labor, sobre todo en cuanto a la publicación de los autores más jóvenes?

Recuerda que Ediciones Caserón no es mi editorial. Responde a una institución, responde a intereses de otras personas y debo respetar también el criterio de las personas que me rodean, que trabajan también por sus sueños y compromisos. Si pudiera hacer la editorial de mis sueños trabajaría con Fefi Quintana (editora de Gente Nueva). La soñamos juntos en Venezuela.

Si tuviera mi editorial me arriesgaría, aunque quiebre. Haría libros de muchos contenidos, pero tendría mi colección de clásicos cubanos y universales, mi colección para los escritores noveles. Me arriesgaría, claro que sí.

Apostaría por algunos autores y títulos. Y muy importante, estaría pensando en el público lector, en la campaña promocional que esto conlleva. Una campaña con cada libro y autor, una campaña real.

Recuerda que los riesgos se corren por la calidad, tú apuestas en la carrera por el caballo que mejores condiciones tenga, no por el caballo más joven. Así es la escritura. Unas veces juventud; otras, maña.

Sí creo que hay en este momento gran diversidad en la literatura cubana hecha por los más jóvenes. Y estamos publicando bastante. Muchas veces en pequeñas editoriales, pero ahí están los libros. Hay de todo, de todo tipo, bueno y espantoso.

Afirman los conocedores que la poesía es un género pródigo ahora mismo en Cuba. Este hecho puede responder a factores de diversa índole, entre los que pudiera estar cierta relajación del rigor con el que se evalúan los libros que salen a la luz, ¿cuáles serían tus apreciaciones al respecto? 

¿Por dónde va la poesía? Yo tampoco lo sé. Me pregunto si se ha relajado tanto el rigor del escritor, de los jurados, editores y periodistas. A veces encuentro un buen poema, mi buen poema. ¿Pero quién soy yo? Hay otros que publican y critican y hablan de la mala poesía en los espacios puntuales. Poemas que no dicen nada, concatenaciones de palabras, referencias vanas, antologías personales. Por cierto, también son poetas y sus libros están allí, los veo empolvándose en la librería. Miro bien para saber de la buena poesía y tiro el libro. Yo  he encontrado libros de poesía que me divierten, que disfruto.

Entra a cualquier librería y verás cuánta poesía: tradicional, experimental, etc. Pobre poesía, ahora todos le dan duro y con un palo.

Me dicen las libreras que los lectores cubanos siguen pidiendo novelas como Las honradas y Las impuras, por ejemplo, o Cecilia Valdés. Sigue leyendo