Los decálogos muchas veces resultan trampas para incautos, ni la realidad se ciñe con mansedumbre a las pautas que establecen, ni por muy concienzudamente que cumplamos los pasos que ordenan nos convertimos por arte de la “decalogía” en escritores, lectores, cantantes, carpinteros, fontaneros o caza fantasmas. Transformarnos, crecer, es más complicado que seguir los diez mandamientos, los diez pasos para dejar de beber o superar la depresión. Aun así encontrar un decálogo que nos regala a los lectores un sitio desde el que protegernos y preservar nuestro propio sistema de lectura resulta reconfortante.
El escritor y profesor francés Daniel Pennac recoge en «Como una novela» el decálogo de los derechos del lector:El derecho de no leer un libro.El derecho de saltar las páginas.El derecho de no terminar un libro.El derecho de releer.El derecho de leer lo que sea.El derecho al Bovaryismo (enfermedad textual transmisible).El derecho de leer donde sea.El derecho de buscar libros, abrirlos en donde sea y leer un pedazo.El derecho de leer en voz alta.El derecho de callarse.
Tomado de ABC