Cualquiera puede buscar el oleaje que precisa
o quedarse en la orilla, pulir los remos,
imaginar la huella líquida en la madera virgen y sedienta,
los límites del agua
la posible profundidad, el cálculo erróneo.
Las redes se tejen en tierra
pero van al mar para probar su consistencia
su validez de trampa y de arrepentimiento,
el pretexto de su urdimbre.
La quietud y la zozobra desde lo firme
tienen distinta corporeidad.